Por Esteban Sánchez
Con certeza todos los días tenemos que vivir en medio de esta pelea, por un lado la Fe y por otra la duda, parece que se ha vuelto una lucha común para todos a diario y muchas veces ni siquiera
nos preguntamos porque. Hace unos días durante un estudio Bíblico acerca de la fe una persona hacia precisamente esta pregunta. “¿Pero no se supone que si alguien tiene fe, no debería haber lugar
para la duda?” “¿Acaso no es la fe en Dios más grande que la duda?”
¿Qué es lo que pasa por nuestra mente y por nuestro corazón frente a determinado evento? ¿Cuál de estos dos sentimientos aparece primero? ¿Cuál es más fuerte en nuestro diario andar? ¿Cuál nos mueve y cuál de ellos nos motiva?
Con respecto a la Fe la Biblia dice lo siguiente:
“La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver” Hebreos 11:1
Y continua dando varios ejemplos de hombres que vivieron por fe, que vivieron en verdad con confianza de sucederá lo que esperaban, e hicieron lo correcto delante de Dios motivado por este sentimiento de confianza, aunque ninguno de ellos recibió todo lo que Dios le había prometido(Hebreos 11:39). Su vida siempre estuvo marcada por una fe verdadera y profunda.
Pero por otro lado la Biblia nos habla de la duda y de las personas que le han dado cabida a ella.
“Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro.” Santiago 1:6.
Hablando de la duda Brian McLaren dijo lo siguiente:
“La duda. Es como una sequía espiritual, una noche sin estrellas del alma, una marea baja donde la fe parece haberse retirado para siempre.”
¿Pero si tenemos una vida de Fe, porque hay lugar en nuestro corazón para la duda?
Personalmente creo que Dios permite que en ocasiones intervenga la duda en nuestra vida, así como en ocasiones Dios permite que el dolor intervenga en nuestra vida, como el dolor, la duda no siempre es mala, a veces la duda nos indica que una idea, un concepto o una enseñanza merece que le pongamos más atención, lo estudiemos a profundidad o lo investiguemos, porque puede ser perjudicial o erróneo. Este tipo de duda, es una duda común que es parte importante de nuestro razonamiento y nuestra salud y equilibrio mental, pero hay otra clase de duda, una duda oscura, exagerada, egoísta y autodestructiva.
Esta clase de duda puede fácilmente llevarnos a la depresión, a la desesperación y a la decepción de nuestra vida espiritual. Así como la paranoia nace del temor, la psicosis nace de la imaginación y la depresión puede nacer de la sensibilidad (todos valores buenos mientras los mantengamos en control) La duda sin control puede convertirse en incredulidad, dureza de corazón o pesimismo. Es de esta clase de duda a la que debemos evitar.
Para ser sinceros, todos atravesamos o hemos atravesado esta clase de duda, momentos en los que Dios no parece ser real, estar cerca o escucharnos y cuesta demasiado seguir o crecer en nuestra fe, ¿Pero si la fe habita en nuestro corazón de donde nace este tipo de duda? A veces esta duda se alimenta de momentos cruciales en nuestra vida. La muerte de un familiar, un corazón roto, una enfermedad, un bajón en la escuela, la perdida de trabajo de nuestros padres, momentos difíciles en el hogar, o hasta las preguntas y cuestionamientos de un profesor ateo en la universidad, y otras veces simplemente aparece de la nada, el sol puede brillar en el cielo, pero por dentro nos sentimos vacío o gris. Pero una pregunta más importante que de donde nace, es porque habita junto a la fe.
En primer lugar podríamos decir que de manera controlada, como dijimos antes, la duda existe junto a la fe, porque la impulsa a crecer, investigar madurar, pero más allá de eso, la duda sale de control, convirtiéndose en incredulidad y habita junto a la fe porque tenemos nuestra fe dividida.Santiago 1:7 dice lo siguiente:
Esas personas no deberían esperar nada del Señor; su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.
¿Qué significa tener la lealtad dividida?
Como cristianos la gran mayoría del tiempo tenemos una fe autentica y segura sobre Dios como Dios, es decir, nunca dudaríamos de que Dios es Dios, el creador y dueño del universo, no dudamos de su omnipotencia, de la encarnación de Cristo, de su muerte en la cruz, de su resurrección, y que ha de venir por nosotros, todas esta verdades son parte importante de nuestra Fe y si acaso aparece la duda, es esta clase de duda que fortalece más nuestra Fe.
Pero por otro lado dudamos de que este Dios todopoderoso en el que creemos este a diario con nosotros.
· Creemos en Dios, pero dudamos que Él pueda mantener económicamente nuestra vida. (Mateo 6: 25-28)
· Creemos en Dios, pero dudamos que Él pueda curar nuestras enfermedades. (Mateo 9:20-22)
· Creemos en Dios, pero dudamos que Él cuide nuestro corazón. (Jeremías 17:9-10)
· Creemos en Dios, pero dudamos que Él nos ayude en la escuela. (Santiago 3:17)
· Creemos en Dios, pero dudamos de su amor, su cuidado y su protección. (Isaías 43:4)
Esa es la verdad, por la que la duda lucha a diario en nuestro corazón, esa es la razón por la que nos sentimos deprimidos, tristes y cabizbajos, cuando aprendamos a confiar plenamente en Dios, sin importar las circunstancias, las complicaciones o los problemas, cuando aprendamos a usarlos para alimentar nuestra Fe, cuando nos gocemos en las aflicciones, confiando plenamente en que Dios está haciendo su voluntad. Entonces la duda exagerada desaparecerá.
Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.(2Corintios 12:10)
Esteban.
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